RECORDANDO AL MAESTRO JORGE FELIPE ENCISO ROBAYO
Se fue sin avisar un 21 de mayo del 2021
Una semana antes partió su señora esposa Leonor Salgado
Después de un mes de su partida, en junio, fui a la casa del Prof. Edison León, entrenador de Lucha a recoger unos regalos que me habían mandado con él, de un torneo en Guatemala.
Ya de regreso, inconscientemente, en lugar de salir hacia la Av. Universitaria, a tomar el micro para ir a mi casa, caminé hacia el Jr. Pasco llegando hasta la puerta de la casa de Coquito Enciso.
Cuando estaba por tocar, como si despertara, me acordé qué ya no había nadie quien me abriera la puerta, no estaba doña Leonor, su esposa, quien se fue días antes, y no estaba ya el Chepo. Me dije: "¿Que hago aquí?"
Es que la gente con la pandemia se fue sin despedirse y sin que se los despidiera, se fueron así de repente metidos en una caja de cartón, acompañados sólo de dos personas, no nos dejaron velarlos, no tuvimos tiempo de llorarlos, de reunirnos alrededor del féretro, hablar bien del difunto, recordar anécdotas y entre los seres queridos reconfortarnos en comunidad por la partida.
No hicimos duelo, sólo recibimos la noticia de que se fue, como quien se va a uno a un viaje corto, al igual que otros amigos y familiares, que partieron presurosos y sólo nos preguntamos temerosos, ¿Cuándo nos tocará a nosotros?
Allí parado en el Jr. Pasco, en la puerta, como si fuera una revelación, como que recién me enteraba, comencé a comprender la magnitud del hecho, que "Coquito" y su esposa Leonor ya no iban a estar allí en su casa para invitarme a almorzar, como muchas veces lo hacían, que habían partido para siempre.
Me puse a llorar, algo que siempre he tratado de nunca hacer, porqué soy de esa generación que se les enseñó: "Qué los hombres no deben llorar".
Ya no me importó en ese momento el qué dirán, si me tildaban de débil, simplemente lloré, lloré a mares, mientras caminaba a la esquina deprimido a tomar un taxi hacia mi hogar, descubrí que esa calle, que esa casa sin los amigos que la habitaban había perdido todo ese encanto, ahora simplemente estaba vacía.
Lima, 21 de mayo del 2025