Cuando el General Romano Julio César, vencedor de las Galias, a pesar de que tenía prohibido hacerlo con sus ejércitos, cruzó el río “Rubicón” rumbo a la capital, Roma, lo que generó después una guerra civil, culminando él como jefe del Imperio Romano, allí al cruzar el río dijo la famosa frase: “La suerte está echada”.

En la secundaria, mi generación aparte de estudiar mañanas y tardes además de los sábados hasta el mediodía, teníamos los cursos de Filosofía y Lógica, en donde se les enseñaba los jóvenes imberbes a deducir sobre axiomas, verdades y media verdades, si sólo si y demás menjunjes, lo que ahora no existe, es por ello que basándome en lo que mis maestros me inculcaron, puedo deducir que nuestra presidente, la primera fémina en dirigir nuestros destinos, ya tiene fecha de caducidad como tal, poniendo un final de su accidentado mandato.

Ella, La Dina, está hasta después del 28 de julio del 2025, a partir del discurso que haga esperando que sólo dure cinco minutos y no cinco horas, ya que tengo la certeza que, a partir de allí, con razón o sin razón, será defenestrada del cargo, lo que será aprovechado por sus enemigos de izquierdas y caviares, para meterla presa junto al profesor Castillo, por lo menos por algún tiempito para que reflexiones sobre lo etéreo que es el poder.

Los últimos cambios Ministeriales del 2024 han hecho aflorar lo que siempre fue, como cuando era funcionaria de medio rango en la “Reniec”, sin el poder que ahora por el momento presume. En el afán de mantenerse en el cargo de presidente de la República desde el 07 de diciembre del 2022, puso un tenue manto de estadista práctica, colocando uno que otro ministro con los pergaminos suficientes para llevar adelante las funciones de su responsabilidad, los cuales los fue cambiando por obsecuentes funcionarios, del “Chi Cheñora”, en la medida que no se prestaban a ser sus “abogados públicos” o le molestaba tanta independencia y peor aún que sean eficientes con el encargo.

Es patético ver al actual ministro de Educación convirtiéndose en su bufón, con caída o echada a sus pies literalmente, dizque que jugando voleibol o al del Interior como su eficiente servidor personal, pero hasta ahora muy ineficiente en proteger a la ciudadanía de la inseguridad de las calles que nos aqueja.

En estos últimos cambios decidió sacar al Canciller Olaechea, representante quizás de esa añorada derecha oligarca previo a la revolución del dictador Juan Velasco Alvarado, para poner a un funcionario de carrera que siga sus indicaciones al pie de la letra, variando la posición del Perú ante las elecciones fraguadas en Venezuela, para dar a entender que ese problema no es nuestro, sino sólo de los Venezolanos, sin pensar que a nosotros nos ha desequilibrado socialmente la presencia de más de un millón y medio de llaneros refugiados, quienes han venido acompañados con la peor ralea de delincuentes, que no son muchos, pero son, aplicando formulas sangrientas que no existían en nuestros cacos cholos.

Nuestros congresistas no van a perder ni un día de sueldo, gratificaciones y demás dineros que perciben por sus sacrificados esfuerzos como padres de la patria, pero a partir del 28 de julio del 2025, ya no la necesitan, además que, la campaña electoral comienza, y todos, digo todos, la van a utilizar de “piñata” en fiesta infantil, todos la van a criticar, todos le van a echar las culpas, ciertas o inventadas, ella misma va a ser el centro neurálgico de todas las desgracias habidas y por haber en Perulandia, por lo que le aconsejo que vaya mejorando las instalaciones de la cárcel para presidentes de la “La Dinoes”, si es posible haciendo una celda con yacusi, piscina temperada, gimnasio incorporado y jardín japones. Por lo menos va a pasar allí unos cinco años.

Le digo señora Dina, que no se deje engañar por sus asesores, que son buenos aduladores, pero de leales nada, por qué no le van a perdonar haber sido ingrato con el prosor, ni Vladimir el Cerrón te va a ayudar, ya eres descartable, si cuando estés presa todavía tus hijos te visitan, ya por lo menos tienes algo para consolarte.

Lima, 15 de setiembre del 2024.