Según el diccionario de mis tías abuelas ya fallecidas, las pitucas del pueblo de Chicama, el primero al norte de la señorial ciudad de Trujillo: “Alcahuete es la persona que intermedia, apaña, lleva y trae para conseguir los favores de una damisela o un posible pretendiente”.

Eso era hace más de un siglo atrás, en lo turbulentos años veinte del siglo pasado, pero como el idioma evoluciona,  esto me parece según la definición que percibo: “Alcahuete, para mi vendría a ser la persona que concierta, encubre o facilita una relación amorosa generalmente ilícita, pero a esta definición le agregaríamos el encubrimiento de acciones indebidas, deshonestas o contrarias a la ética y los buenos principios morales”.

El Alcahuete, al igual que el periodista, no necesita hacer estudios superiores, maestrías y doctorados, cualquiera lo puede ejercer, además de ser hombre o mujer y demás géneros inventados y por inventar, puede ser primer ministro o Conserje de un edificio, Wachiman de la esquina o dueño de empresas periodísticas, mejor dicho, esa profesión ya viene con los genes del individuo, porqué lo único que puede interesar es la posible futura ganancia personal.

Ejemplos abundan, por decir:  El alcahuetismo y adulación para tener a la opinión pública a favor, el 80% de empresas periodísticas del Perú, todo un conglomerado de rancio abolengo , incluyendo dos televisoras para con el expresidente de la República, el Lagarto Vizcarra, quien debería ser investigado por las malas comprar para enfrentar a la pandemia y que costó la vida de por lo menos 200 mil compatriotas. Lo que me asombra que este señor pretenda ser de nuevo presidente, cuando en su periodo de gobierno no tiene a su haber ninguna obra, ni siquiera la de implementar laboratorios por todo el Perú, y menos gestionar las maquinas generadoras de oxigeno en los hospitales, más bien obstruía las donaciones de las mineras. ¿Quería que hubiese más peruano muertos?

Los ejemplos más evidentes son cuando salen los “sabiondos” politólogos, a ensalzar a unos, denigrando a otros, falseando los hechos o interpretándolos a su buen parecer, para favorecer a un determinado grupo o persona de su misma línea ideológica.

El caso de “Chibolín”, alcahuete en su máxima expresión, que quizás colinde con delitos como el tráfico de influencias y proxenetismo, su caída en desgracia va a traer cola, me tinca que removerá a la Alta Judicatura Nacional, el Ministerio Público, el Congreso, políticos y empresarios porqué este señor, por sus alcahuetería o mejor dicho, por su mejor servir, les debe de saber la de Kiko y caco, lo que estoy seguro, no quieren que salga nunca a la luz.

Por lo pronto, está sirviendo de cortina, para que en esta semana se olviden de La Dina, y dejen de sacarle memes en Tip Top.

Lima, 10 de setiembre del 2024.