Quizás me haga odioso por decir lo que pienso, pero en mis tiempos cuando estaba en primero de primaria a los seis años, con la profesora Bendezú en el Javier Prado 526, turno tarde frente al Coliseo Nacional en La Victoria, leer era lo más común, las competencias entre los condiscípulos eran quien leía corrido, claro y entendíamos lo que estábamos leyendo. Si estas ideas de Maratones de lecturas, en esos tiempos, se le hubiese ocurrido a un genio de funcionario del Ministerio de Educación, lo hubiesen tildado de loco, estúpido o simplemente un burro.

Hay colegios particulares “A”, en Lima, que los alumnos deben de leer por lo menos mínimo dos libros al mes, 20 libros mínimos al año, todos los clásicos de la lectura, “La Odisea”, “La Ilíada”, “Tom Sawyer”, “El príncipe y el mendigo”, “La Isla del Tesoro”, “Sandokan el Tigre de la Malasia”, “El Conde de Montecristo”, “Trilce”, “El Mundo es Ancho y Ajeno”, “Los Cachorros”, “La Ciudad y los Perros”, “Cien años de Soledad”, “Rayuela”, “Los Miserables”, etc. conocer las poesías de Gustavo Adolfo Becker, Federico García Lorca, César Vallejo y demás bardos, esa es una de las ventajas que tenemos los viejos como yo, con más de 70 años de edad, contra un adolescente tierno que sabrá usar bien las innovaciones digitales pero no saben sumar, restar, dividir y multiplicar si no tienen su celular a la mano, peor todavía, no comprenden lo que leen.

Me parece una tontería hacer una o dos veces al año “Una Maratón de Lectura”, cuando no saben ni leer los recibos de la energía eléctrica, el agua o el internet que le llega a la casa, pues esa no es la solución. Lo bueno hay que imitar de los colegios privados “A”, implementando en los colegios públicos obligatoriamente la lectura de mínimo de 10 libros al año, uno por mes, de los clásicos universales, comenzando en el primer año con las lecturas de Ciro Alegría, Abraham Valdelomar, César Vallejo, etc. para seguir con los más autores más complejos, tanto nacionales como internacionales.

La gente que me rodea sabe que cuando me quieren obsequiar algo por mi cumpleaños, son dos cosas que aprecio mucho, un buen licor o un buen libro, la mayoría no se hace problemas y me regala el licor, pero en mi último cumpleaños el novio de mi hija de nacionalidad polaca me regaló el libro de Gabriel García Márquez: “Vivir para Contarla”, la cual comienza con un dicho suyo: “La vida no es la que uno vivió. Sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla”.

En todo caso todavía estamos a tiempo de revertir el aumento de los fanáticos de “Hablando huevadas”, “Magaly la firme”, “sábados con Andrés” y cualquier mamotreto que salen por allí, porqué nosotros los profesores y los padres de familia, estamos formando ejércitos de analfabetos funcionales, cuyas mentes sólo pueden codificar estupideces, la que desde pequeños les hemos inculcado para preservar por todos los tiempos seamos y sigamos siempre siendo un país del tercer mundo.

Lima, 08 de setiembre del 2024.