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UNA MÁS CON EL MÍTICO MAESTRO CONRADO PEREZ OLIVOS

Conociendo La Habana de 1994

Publicado: 2024-08-27


Era el mes de mayo del año de 1994, en la Federación Peruana de Lucha estaba con el cargo que yo mismo me inventé, con el pomposo título de Gerente Técnico Deportivo, haciendo algunas gestiones por las oficinas de la Dirección Nacional de Deportes Afiliados (DINADAF) del IPD, cuando una de las secretarias me pregunta si iba a ir al curso de 07 días a Cuba, pagado por el Instituto Peruano del Deporte.

Le dije que no sabía que había un curso en La Habana, ella como buena amiga, inmediatamente me puso en la lista, me fui corriendo a la Federación cuya oficina estaba en la puerta 20” A”, tribuna Oriente, hice el oficio, firmé por el presidente, y también puse mi firma. En esos tiempos había una dejadez dirigencial, el presidente paraba en su oficina en Los Ángeles – USA, el vicepresidente dos años que no existía, el secretario estaba huido y el vocal había fallecido, sólo estaba el tesorero con cheques en blanco firmados por el presidente, para mover el dinero de la subvención estatal.

Dentro de los funcionarios del IPD al curso estaba mi maestro, el mítico Conrado Pérez Olivos, con 71 años de edad. Ya en La Habana, todos fuimos al primer día de clases, es allí que Conrado Pérez me dice:

- “Javier, tú que conoces La Habana como si fuera tu barrio, ya que has estado como 10 veces aquí, te voy a proponer algo”.

- “Soy todo oídos” le contesté, es allí en donde me hace la propuesta

“Mira, a mis 71 años yo ya estoy viejo para esto, para recibir cursos, así que te ofrezco pagarte todo, el transporte, las comidas, además de un viático diario si me haces de guía turístico por toda la ciudad”. Acepté. Aunque se lo podía hacer gratis, pero si él me quería compensar por ser su cicerón, bien por mí.

Le hice un plan de visitas diarias a museos, playas, restaurantes, bares, al famoso y archiconocido “Tropicana”, a los Night Clubes de los Hoteles para ver los shows artísticos, Universidades, Centros Deportivos, EIDES (Escuelas de Iniciación Deportivas), librerías cuando todavía existían textos de medicina y anatomía soviéticos en español a precio “huevo”. Recorrimos la calle Obispo, previo “Daikiri” en el Bar “El Floridita” de Ernest Hemingway, así como su casa, ahora museo, cruzamos la bahía por 10 centavos de peso en un barquito, (El dólar estaba a 100 pesos) al poblado de “Copacabana”, al regreso en el bar del Torreón; el mismo lugar en que siempre me tomo un par de cervezas cuando visito la ciudad, disfrutamos allí el ingreso y salida de los barcos del puerto.

Una que otra vez tomamos las “guaguas” (ómnibus), para que sienta lo que es ser cubano y Habanero, pero mayormente tomábamos taxis, o contratábamos uno que nos sirviera de movilidad. Al final del periplo, el viejo maestro estaba rebosante de alegría, - “Sin ti Javier, no hubiera podido conocer la otra parte de la Cuba, la verdadera”. Esas fueron sus palabras y me regaló USD 100 dólares, que yo acepté, ya que no tenía un solo dólar. No estaba en mis planes esta gira.

De regreso, tenía un exceso de peso en el equipaje por los 50 libros de Medicina y Anatomía Humana, de promedio me había costado un dólar cada uno, y aquí los vendería mínimo USD 10 dólares por tomo, así que me ofrecí a hacerles el “Check-in desk”, a todos los equipajes de la delegación del IPD en el Caunter del Aeropuerto, cosa que estaba acostumbrado a hacer como Jefe de Delegación, además que ya era la segunda vez en ese año que estaba en La Habana, así que era caserito en Cuba. Había también en el mismo vuelo un par de respetables damas docentes del Magisterio Nacional que habían asistido al curso, quienes también tenían problemas de peso, las incluí en la delegación, así se ahorraron pagar el exceso de peso.

Con Conrado Pérez Olivos después de ser su alumno en la Universidad, por los continuos encuentros tuvimos cierta amistad, ya que, a pesar de ser de deportes diferentes, era un maestro de maestros, no sólo en el aspecto técnico de la Natación, sino en el desempeño político de la dirigencia deportiva, era un “Zorro viejo” en estas lides, del cual mucho aprendí.

Han pasado de eso 30 años, es por eso que siempre me acuerdo de un dicho: “Arrieros somos, por el camino andamos y por allí siempre nos encontramos”. Quizás en algún momento nos volveremos a reencontrar.

Lima, 27 de agosto del 2024.

FOTO: 1994 -Conrado Pérez, en las escaleras de la Universidad de La Habana, junto al Dr. Castro del IPD y un par de niños Habaneros vecinos


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